lunes, 12 de septiembre de 2011

Miedo y asco en el desierto(otra vez)

Verokastan, el estado, es relativamente grande. Pensaba que sería como Gibraltar, es decir, la ciudad y poco más.

Mi viaje por los "dominios" Verokastanos lo he realizado en un todoterreno. Además de Lutin, me acompañaban otras dos personas: Una mujer, la esposa de Lutin, y un tipo que creo que era como el criado de la pareja. Yo estaba sentado detrás con este último, y nuestra conversaciones fueron cortas por no decir nulas. Parecía mudo. La esposa de mi "jefe" era todo lo contrario al criado: Hablaba por los codos. Me contó que conoció a su marido en el ejército, que actualmente trabajaba como su secretaria y me explicó como era cada uno de sus hijos.
Aquella mujer no encajaba en los rasgos típicos de las Verokastanos, no como Lutin(un "nativo" típico) ni su criado(un "inmigrante" modelo). Creo que me dijo en algún momento que ella es italiana de nacimiento, lo cual explicaría esa peculiaridad.

El viaje por el desierto fue agotador. En ningún momento pisamos tierra asfaltada, como mucho tierra "llana", lo cual es relativo porque siempre había un traqueteo constante. No concebía que pudiera cansarme tanto estando sentado. Intentaba olvidar el movimiento oscilante observando el paisaje, pero sólo veía kilómetros y kilómetros de desierto terroso. De vez en cuando se veía una montaña con un poco de nieve a lo alto, pero nada más.

Tras doscientos kilómetros(no sé el tiempo exacto que tardamos en recorrerlos), llegamos a la frontera, compuesta por un muro de hormigón tan alto que daba la sensación que nos encontrábamos en el lado donde el agua está baja de una presa.
También, después de tanto desierto haciendo honor a su nombre, encontramos a las primeras personas: Soldados que patrullaban en lo alto de la muralla y haciendo guardias en unos pequeños cuarteles pegados a ella. Lutin conversó con los soldados, como si fueran viejos colegas. Finalmente, cuando este lo consideró oportuno, volvimos a montar en el todoterreno.

No sé que pretendía Lutin enseñándome todo aquello. Tal vez se sintiera orgulloso de aquel muro de tantos metros de altura, pero a mí me daba vergüenza.
Me gustaría contar más, pero creo que sería demasiada larga la entrada. En la próxima os explicaré algo muy interesante que he visto ;-)

Miedo y Asco en la playa.

La playa era sucia, pedregosa y maloliente. El agua estaba fría como el carámbano y la mitad del tiempo chispeaba. Decir que la casa era pequeña sería ser demasiado generoso. Nada de esto me hubiera importado si hubiera conseguido alcanzar mi objetivo. Pero este fin de semana Polina ha estado, como siempre, a años luz de mis posibilidades. No sé si este detalle será ampliable a todos los ciudadanos verokastanos, pero todos con los que he mantenido una conversación se mostraban distantes. Físicamente, quiero decir. Los verokastanos son muy celosos con respecto a su espacio vital. Incluso Polina, que para ser verokastana es bastante liberal (no hay más que darse cuenta de la confianza que mostró al invitarme a la playa), no puede evitar guardar las distancias a la hora de hablar conmigo. Cada vez que intentaba mostrar un gesto de simpatía, dándole una palmada en la espalda o poniéndole la mano en el hombro, ella, cuando no se apartaba delicadamente, parecía incomodísima. En definitiva, no he avanzado nada en nuestra "relación".

Con respecto al entretenimiento, no había mucho que hacer. Polina ha estado la mitad del tiempo en el agua. Yo, por mi parte, solo he conseguido darme un baño, si puede considerarse un baño a estar diez segundos en el agua. Nada más sacudirme la primera ola, salí disparado a la orilla. Ahora tengo un resfriado de narices. Lo curioso es que la playa, aunque no estaba a rebosar, contaba con un número bastante considerable de bañistas. Cuando no estábamos paeando por la playa, manteniendo torpes conversaciones en esperanto sobre nada en particular, jugábamos a l ajedrez dentro de la pequeña casita, un juego muy popular en Verokastan. Por supuesto, el resto del tiempo lo pasé durmiendo.

Llegamos anoche. Polina se fue a su casa inmediatamente. Hoy tenía que trabajar. Yo estuve varias horas charlando con Atajate, intercambiando experiencias sobre el fin de semana. Después me acosté. Me he levantado hace unos minutos...

sábado, 10 de septiembre de 2011

Miedo y asco fuera de Verokastan

Al final Rant no será el único en irse este fin de semana: Lutin me va a llevar de "tour" por los alrededores de Verokastan (ciudad), concretamente las bases militares, las centrales nucleares y los sistemas de defensa.
También dice que va a darme una sorpresa, relacionada con el desierto(que siendo tan grande, se puede referir a cualquier cosa).
El Lunes os contaré. ¡Nos vemos!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Miedo y asco al servicio militar

Aprovechando que Rant está haciendo las maletas porque se va a ir con la camarera de La Blua Papago(después de firmar un papel donde dice que me debe un favor por quedarme en casa), he decidido contactar con el hombre que nos trajo aquí.

Hemos quedado en una sauna cercana, lo que me va a permitir conocer a nuestro "jefe" y disfrutar por primera vez uno de estos placeres a los cuales frecuenta los países del norte.
Rant, que no era capaz de recordar el nombre del tipo, lo llamaba de coña "El Gran Hombre", y resultó que el apodo le venía como anillo al dedo: Era enorme, un gigante enchaquetado. Soy alto, pero ese hombre me sacaba como dos cabezas. Me estrechó la mano y casi me la rompe. Era cuadrado, literalmente, tanto que parecía una caricatura exagerada.
Lutin, que era como se llamaba, empezó a alabarme por haber aceptado la beca y que encontraré la estancia muy agradable.

Mientras que seguía hablándome en un esperanto tan rápido que costaba entenderle, entramos en la sauna. Me explicó que en Verokastan, originalmente, las saunas no existían, ya que los primeros edificios eran muy "espartanos" y la infraestructura de una sauna les resultaba costosa. Por ello, la cultura de la sauna no está demasiado arraigada como en Finlandia o Suecia, siendo simplemente un método de relajación más. En su lugar, había otro tipo de "entretenimiento" parecido. No lo entendí muy bien cuando me lo explicó porque en ese momento estaba hablándome a través de la pared del vestuario. Después siguió hablándome de otro asunto, así que no tuve tiempo de preguntar. Espero volver a acordarme en el futuro de hacerlo.

Vi a los otros hombres salir de sus vestuarios con la toalla liada a la cintura, así que hice lo mismo. Seguí a Lutin hasta la sauna y una oleada de vapor me abofeteó en la cara. Me costó ver al principio como era la sala, ya que los ojos se me humedecieron: Era una estancia cuadrada, con "gradas" dispuestas por las paredes. Me senté con Lutin en un lateral y este, durante un rato, pareció entrar en trance, ya que ni se movió ni habló, como si estuviera esperando que el vapor me reactivara.

Lutin tenía un enorme tatuaje en el antebrazo. Me pareció curioso que un tipo de aspecto tan formal (en apariencias, porque hablando era bastante familiar) llevara un tatuaje así. Miré al resto de hombres que estaban en la sauna y vi también en ellos un tatuaje en el antebrazo, aunque no tan grande.
No sabía si preguntarlo o no, pero finalmente me atreví a intentar satisfacer mi curiosidad comentándole este detalle a Lutin. Este me explicó que dicho tatuaje era debido al servicio militar. En verokastan la "mili" es obligatoria. Nada más se cumple los dieciocho, en la siguiente promoción debe el joven realizar el servicio militar, el cual se alagar dos años, un tiempo que me parece exagerado.

En Verokastan existe tres regimientos de tierra, uno aéreo y otro naval. Los cuatro primeros se sitúa cada uno en una base en el territorio continental(yo pensaba que sólo había una) y el último, la fuerza naval, en una isla próxima a la costa, que también pertenece al estado de Verokastan, obviamente.
Según en que regimiento se hiciera la mili, el tatuaje es diferente. Este, el principal, se sitúa a mitad del antebrazo.
Como si de un diario se tratara, alrededor se sigue tatuando poniendo méritos del soldado, misiones y batallas en las que ha participado... incluso los nombres de sus compañeros más cercanos.
Lutin no sólo hizo el servicio militar, sino que estuvo en el ejército, concretamente en la fuerza naval durante diez años, por eso su tatuaje era tan extenso.

En Verokastan el ejército tiene una gran importancia, como suele pasar en este tipo de estados. Por ello, se sienten orgullosos de haber pertenecido a él, y de ahí viene la tradición de los tatuajes, que aunque no se ven públicamente, siguen siendo una marca en el cuerpo de la persona.

Lutin me hablaba con mucha pasión sobre el tema. No pude conterme y decirle que las fuerzas armadas no eran mi hobby, que yo era más de paz y no guerra.
Lutin se rió con fuerza. Me explicó que en esta vida lo que prima es la supervivencia, y las fuerzas armadas son necesarias para poder llevarla a cabo. Por mucho que yo me empeñara en negar la violencia, iba a estar ahí, y en el momento que me viera implicado en ella, limitarme a mirar hacia otro lado no me iba a salvar. Por supuesto que a él le gustaba que hubiera paz, pero no estar preparados para la guerra era estúpido. Además, argumentó que el servicio militar ennoblecía a las personas, que los Verokastanos son gente seria, eficaz y honrada gracias a ello, porque conocen la disciplina y el orden, el valor de conservar la paz, lo duro que sería vivir si no hubiera. El crimen es bajísimo y las calles son seguras.

Continuó hablando un rato sobre el tema, alabando el estado y las fuerzas armas y luego, cuando se cansó, empezó a contarme sobre que iba a trabajar/estudiar durante aquel año.
Cuando salimos de la sauna, me dijo que algún día me llevaría a la base para que conociera todo aquello, a ver si así cambiaba de idea respecto a las fuerzas armadas. Yo, aún así, sigo diciendo que prefiero la paz a aprender hacer la guerra, y no creo que me haga cambiar de opinión.
"Si quieres la paz, prepárate para la guerra", eso dicen, pero a mi me parece una falacia.

¿Miedo y Asco?

¡Conseguido! Voy a pasar este fin de semana con Polina, la camarera de La Blua Papago. Pasaremos el fin de semana en una pequeña casita que tiene en la playa. Según dice, solo quiere enseñarme la playa de Verokastan, pero yo creo que hay segundas intenciones. O eso espero. Quiere que mi compañero (el alto, como le llama ella), nos compañe también, pero yo he convencido a Atajate de que está resfriado ;) El lunes os hablaré de mis impresiones. Perdonadme, pero ahora tengo que hacer las maletas.
¡¡Nos vemos!!

Miedo y asco en el transporte público

Una de las cosas que te percatas de la gente de Verokastan es que anda mucho. Si el destino no está demasiado lejos, van a pie. Aunque, algunos oficinistas, sabiendo que van a pasar todo el día sentados, se levantan temprano y van andando al trabajo, aunque esté lejos.
Para los demás casos, se usa el transporte público, concretamente el autobús.
El Autobús es relativamente barato. Casi todo el mundo tiene un bono de la empresa que les permite coger el autobús gratis en las horas de entrada y salida del trabajo. Fuera de ese horario, el dinero tiene que salir de su bolsillo, aunque tampoco es caro.

Otra cosa que me he dado cuenta es que hay poquísimos coches privados circulando, y los que hay tienen aspecto de lujosos. Me recuerdan a los típicos coches de "culto" que los americanos conservan durante años.
Me explicaron que está prohibido tener coche propio. Si quieres usar un vehículo, tienes que coger el autobús.
Los únicos que pueden usar vehículos "individuales" son los servicios públicos (policía, ambulancias, bomberos...) y aquellos empleados de empresas que lo requieran por su trabajo. Precisamente, los coches lujosos que he visto son de empleados que requieren vehículos para realizar su trabajo pero no necesitan que sean específicos, como una furgoneta o un camión, sino simple transporte.
Estos coches están fabricados en la propia Verokastan. Debido a su bajo volumen de venta, no se fabrican en cadena, lo que da bastante puestos de trabajo.

Un dato interesante es que Verokastan tiene metro, pero no se usa. Tras diversas inundaciones tiempo atrás, se clausuró. Ahora se usa exclusivamente para viajar a la base militar(aquellos que trabajen allí), a otros lugares muy alejados y para funciones de emergencia, ya que en las estaciones hay búnkeres para refugiar a la población en caso de ataque.

Por cierto, antes de dar fin a esta entrada, os comentaré el susto que me llevé cuando vi mi primer "coche de policía": ¿Habéis visto "Batman Begins"?, pues imaginaos como me quedé cuando vi un todoterreno blindado del mismo estilo al coche de Batman cuando giré una esquina.

Miedo y asco a las tiendas de ropa

En Verokastan, como ya dije, la moda no es la propia de este siglo... Aunque esa sentencia no es del todo correcta.
Posiblemente, si fuera andando por mi ciudad natal en España y me encontrara a alguien vestido del mismo estilo, no me extrañaría tanto. La cuestión es que todos visten de esa manera, y es lo que llama la atención.

La moda de Verokastan es muy sobria, con pocos colores, con elementos poco provocativos, recatada. No puede comparar directamente con alguna moda de alguna época porque tiene los elementos del "reverso" más formal desde los cincuenta hasta nuestros años.

La vestimenta más habitual en los hombres es un pantalón, de diversos tipos de tela, una camisa y una chaqueta de sport. En las mujeres, como sucede en todos lados, es más diversa, pero con la condición de que llevan todas falda. Las únicas mujeres que he visto con pantalones son las que llevan sus uniformes de trabajo cuando van/vienen de este.
Otro tema curioso es lo recatado de la vestimenta: Van muy tapados. Aunque este sea un lugar frío, en esta época del año aún hace una temperatura agradable (más o menos veinte grados) pero aún así van muy tapados. Los hombres llevan sus camisas abrochadas en las muñecas hasta el último botón, nada de remangarse, y las mujeres cubren sus piernas con leotardos o medias muy oscuras (tampoco es que las faldas sean muy cortas. La que más he visto ha sido a la altura de la rodilla).

Pero al parecer, lo recatado es de puertas para fuera, en la calle, en lo público. Mi casero me recibe sin pudor alguno en camiseta interior, y la camarera de La Blua, aunque luce un vestido típico, no lleva medias porque le es más cómodo, aunque estando detrás de la barra tampoco es que se vea mucho.

Tal vez os pregunteis: ¿Cómo no se asan de calor? Porque su ropa de verano, aunque cubra "mucho", es fresca y ligera, de tejidos que permiten la transpiración en gran medida y no guardan el calor.

Como noté que estaba llamando demasiado la atención con mi camiseta de magas cortas y mis pantalones holgados, decidí ir a una tienda de ropa. Me iba a comprar dos conjuntos para cambiar y no desentonar con los verokastanos.
Cuando llegué a la tienda de ropa, me sorprendió ver sólamente prendas de vestir expuestas en el escaparate. Dentro sólo había una pequeña sala con probadores en los laterales, el mostrador y una puerta al fondo. Cuando me aventuré a ver el precio, casi me dio un infarto. Todo era muy caro.
Entré a informarme y les pregunté lo más amablemente que pude el motivo de que fuera todo tan caro. Según me explicaron, en Verokastan la frase "usar y tirar" es de mal gusto. Aquí se compra para que dure, prendas de gran calidad difíciles que se gasten o rompan, y si lo hacen, remendarla en la medida de lo posible hasta que se empiece a notar.
Las prendas también las hacen a medida, para que sean más cómodas y "adecuadas" para el comprador. Eso y los materiales es lo que hacen que la ropa sea cara.
Les pregunté que como podían mantener la tienda a flote si vendían tan poco. Me explicaron de nuevo que también hacían servicios de tintorería en la trastienda y de "reparación" de las prendas estropeadas.

Nunca me habían hecho una prenda a medida, y me sentí incómodo mientras aquella mujer me empezaba a medir con un metro de papel y, el que creo que era su marido, apuntaba en un papel lo que decía su esposa mientras asentía observándome, como si estuviera comprendiendo algo que se le escapara.

Ahora estoy en casa, con ropa de más y mucho dinero de menos. Le he contado mis descubrimientos a Rant y creo que le ha hecho gracia. Le he contestado que si quiere ligar con la camarera tendrá que vestirse de la forma adecuada, y se ha callado de forma repentina.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Miedo y asco con las mascotas verokastanas.

Creo que empiezo a acostumbrarme. No había fumado tanto desde los catorce, y lo mejor de todo es que no tengo que preocuparme por disimular el olor, pues absolutamente todo el mundo en Verokastan es aficionado al tabaco en todas sus modalidades (a excepción de los menores de edad, por supuesto). Creo que estoy obsesionándome con la camarera de la que os hablé el otro día, pero no me atrevo a lanzarme. Ni siquiera sé si tiene novio. Además, no sé nada acerca de las costumbres de los Verokastanos en cuanto a las relaciones personales.

Cambiando de tercio, Atajate y yo hemos estado en el casco antiguo de la ciudad. bello a su manera, presentaba una estructura tan irregular y laberíntica que hemos tenido que orientarnos más de una vez gracias a la ayuda de algún transeúnte. Me viene a la cabeza uno de ellos que iba acompañado de un perro, o quizás el perro fuera acompañado de aquel hombre. Digo esto porque el perro, aunque andaba al compás de aquel hombre, no iba sujeto por ningún tipo de correa. Ni siquiera llevaba un collar que indicara que guardaba lealtad a un amo. De hecho, en el camino de vuelta, más de un peatón iba acompañado de este modo por su animal de compañía. Más tarde, cuando le he preguntado a la guapa camarera (a través de una cortina de humo), a qué se debía aquel asunto, me ha explicado que en Verokastan es común llevar a la mascota de ese modo. Los verokastianos tienen un gran respeto por los animales. Los consideran poco menos que sus iguales, de ahí que, como símbolo de libertad y confianza, los dejen a su libre albedrío. La chica me ha contado que, no obstante, los accidentes causados por animales son frecuentes en Verokastan. Al ver mi cara de preocupación, se ha apresurado a indicar que por lo general las mascotas suelen estar domesticadas.

Como veis, he conseguido mejorar mi esperanto lo suficiente como para poder mantener una conversación fluida con mi futura esposa.
Nos vemos, si no me ataca algún tipo de fiera "domesticada".

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Miedo y asco en los lugares cerrados

En España no se puede fumar en locales públicos. En Verokastan es todo lo contrario.
Ya me había percatado que esa prohibición aquí no estaba presente, porque en La Blua Papago(el bar de la esquina al que hemos estado yendo) los clientes siempre lo hacen cuando entran, pero el bar tiene un estilo como más de "pub", por lo que no suele llenarse demasiado.
Pero una vez que te aventuras a bares más atestados, te das cuenta que es todo lo contrario, que allí todo el mundo fuma. Todos, absolutamente todos lo hacen. Parece que es una tradición hacerlo nada más entrar a un bar.
Yo fumo en pipa. Me encanta el aroma y el sabor que el tabaco de pipa ofrece, una sutileza que muy pocos aprecian. Pero aquí el olor te nuble, te ciega, está por todos lados, un olor muy fuerte que lo tapa todo.

Le pregunté a la camarera de "La Blua"(como llamamos Rant y yo a nuestro bar favorito) que tal de extendida estaba la cultura de fumar, y me contestó con una risita: "Fumar" es parte de su cultura. En Verokastan es común fumar cada vez que uno se para para relajarse o se sienta un rato con sus amigos o compañeros. Nunca le he visto fumando a ella, y me explicó que estaba mal visto fumar mientras trabajabas, ya que podía aludir que no cumples tus obligaciones y te estás "relajando" en horas laborales.

El mínimo de edad para fumar son los dieciocho años, como sucede en España. Según me contó la camarera, es común que el cumpleañero fume en su fiesta por primera vez después de la comida.

Tampoco es que fumen demasiado: el tabaco no es adictivo(es más, ni siquiera estoy seguro de que sea tabaco) y los momentos que fuman suelen ser tres a lo largo del día: A media mañana(en el descanso del trabajo), después de comer y por la tarde cuando salen a algún bar.

Otra curiosidad es que el tabaco de hombre es distinto al de mujer: El de hombre tiene un olor más fuerte mientras que el de mujer es más suave.
En los estancos he visto tabacos con diversos añadidos que le dan notas de sabor y olor, más variedad en el de mujeres que en el de hombres.
Por cierto, el tabaco se vende suelto, en bolsa. A todos los que he visto fumar llevaban los cigarrillos ya liados en una pitillera. Puede que esté mal visto hacérselos en un lugar público.

Tengo pendiente preguntar si aquí la gente se echa colonia o se bastan con el olor enmascarador del tabaco, aunque no sé si puede resultar "ofensivo".
Yo, mientras tanto, apuraré la última gota del tabaco de pipa que he traído. El tabaco de este lugar no me es demasiado agradable.

Miedo y Asco en la red

Aquí estoy de nuevo. Me gustaría haber actualizado antes, pero he estado liadillo con ciertos asuntos, como limpiar completamente la casa, por supuesto. Como lo prometido es deuda, os paso a comentar las curiosidades sobre la compañía telefónica del país y su servicio de internet, que tiene "miga".

La única compañía telefónica que existe en el país se llama "Kompanio de Telefonoj de Verokastano", que literalmente significa "Compañía de Teléfonos de Verokastan", también llamada por sus siglas "KTV" o como se dice fonéticamente en esperanto "Kotovo".
Aunque todas las empresas de Verokastan tienen una alta intervención estatal, en la KTV es aún mayor de lo normal, debido a que también se encarga de internet, que como todos sabemos, los países con una política como el de este gustan controlar.

La KTV ofrece de forma gratuita el servicio telefónico a través de cabinas públicas. Las llamadas se cortan cada dos minutos, más que nada para entorpecer llamadas largas, porque estas se pueden repetir.
El servicio telefónico en casa es de pago, como en casi todos los sitios, pero el precio de instalación es bajo y las llamadas se hacen con coste local, porque sólo se pueden hacer dentro de verokastan.
Desde ninguna cabina ni desde ningún teléfono privado se puede llamar fuera de Verokastan. Después de ser informado por este hecho, pregunté si había que adquirir ciertos permisos estatales o de cualquier tipo para llamar fuera. Me respondieron que no, que no sólo era un asunto legal, sino también de "infraestructuras".
Aquello último me turbó aún más. Me gustaría, cuando pueda, investigar dicho asunto y ver si simplemente es una "excusa barata" para no permitir realizar llamadas internacionales.

La telefonía móvil tiene también serias restricciones: Ningún ciudadano puede obtener por derecho propio un teléfono móvil. Sólo las empresas pueden contratar servicios de telefonía móvil para sus empleados, que, irónicamente, esto hace que casi todos los ciudadanos de Verokastan tengan móvil.
Pero ojo, suelen tener muchas restricciones al horario laboral del empleado o "límite de saldo". De todas formas, no he visto a casi nadie usar el móvil durante lo que puede ser su tiempo de ocio. Si tienen que realizar una llamada, usan una cabina telefónica.

El internet es otra historia curiosa. Resulta que en Verokastan existe una intranet(que es como una especie de internet pero a nivel estatal) al más puro estilo de Corea del Norte. La llaman "Reto de Stata Komputika Konekto" (Red de Comunicación Informática Estatal), o también "La Reto" a secas.
Sólo las empresas pueden disponer de este servicio, de nuevo, y ofrecérselo a sus empleados y clientes (muchos bares, como al que solemos ir Rant y yo, lo tienen).
Es muy poca las personas que disponen de La Reto en su casa, ya que no es necesario para el desarrollo de la vida propia y laboral en muchos ambitos.

Tal vez os preguntéis: ¿Y tú cómo estás escribiendo esto? Pues es gracias a un pase que me ha dado la empresa que nos ha dado la beca, la misma que nos ha ofrecido internet en nuestra casa para que estemos más "cómodos". El pase nos permite conectarnos a un servidor que sirve de enlace para entrar en la red internacional.
Si alguien quisiera realizar una llamada telefónica internacional, tendría que ir a un local con dicho servicio y usar métodos como "Skype" para poder hablar con otros países.
La conexión internacional es lenta, y según nos han dicho, está constantemente vigilada.

Curiosamente, La Reto ha permitido la creación de webs locales exclusivos para los ciudadanos de Verokastan sustituyendo sus homólogos en la gran y basta red. Por ejemplo, existe una red social, usada por muchos jóvenes, conocida como "Ekspliki", que es algo así como "Contar", en sentido de poder contarle tus cosas a tus amigos.

Por cierto, la tarifa de datos que tengo en el móvil también es ofrecida por la empresa que nos beca. Tenemos un límite de descarga, pero lo suficiente para poder usarla cómodamente.

Me indigna en cierta manera esa preferencia que tienen por nosotros, extranjeros, que por sus propios habitantes, pero tampoco voy a quejarme demasiado, a ver si me van a quitar mis privilegios por hablar demasiado.
Un saludo.

Miedo y Asco en el bar de al lado.

Perdón por la ausencia, pero estos días he andado un poco liado con el idioma y tal. Desde el incidente con las cucarachas he decidido poner todos mis esfuerzos en aprender esperanto. No está tan mal después de todo. La gente de Verokastan te trata como a un ser humano solo con chapurrearlo un poco. Atajate y yo nos hemos aficionado a ir a un bar que hay al lado de nuestro piso, regentado por una chica bastante atractiva, que además ejerce de cocinera y de camarera. A decir verdad ella ha sido mi motivación para aprender el idioma. No me gusta quedar como un tonto delante de chicas bonitas. Poco a poco vamos asentándonos al ambiente de Verokastan. Acostumbrados a una vida más ajetreada, la de ahora nos parece tan absurdamente tranquila que empezamos a sentirnos extraños. Pronto empezarán las clases, pero estoy un poco asustado. Espero que para entonces mi nivel de esperanto haya mejorado lo suficiente. El vecindario sigue tranquilo. También las calles. Esta tarde daremos un paseo por el casco antiguo de la ciudad. Yo voy a aprovechar para dormir ahora. No quiero quedarme dormido en medio del paseo.
Nos vemos luego :)

lunes, 5 de septiembre de 2011

Miedo y asco con los nuevos idiomas

Desde luego, fue sorprendente encontrarme a Rant dormido en un banco en el parque. Esperaba toparme con niños jugando y señores mayores paseando, y en efecto, estaban allí, pero todo aquello venía de regalo con un Rant bajo las influencias de Morfeo. Aunque a primera instancia me preocupé, no pude evitar sonreír a medida que me iba acercando: Rant presentaba una visión muy poco acorde con el entorno. Se podría decir que, si hubiera hecho una foto, podría hacerla pasar por un anacronismo artificial.
Llevé a Rant a casa. Le obligué a que cumpliera sus lecciones de esperanto, que no podía salir a la calle sabiendo solamente decir "hola" y "gracias".
Hablé con el casero. Le expliqué la situación de las cucarachas lo más claro que puede mi conocimiento del idioma. Pareció comprenderme perfectamente, porque en un instante empezó a subir las escaleras dirección a mi piso.
El casero se armó con los productos de limpieza y entró al baño al trapo. Me resultó muy curioso que nos hiciera ese favor. Creo que es debido a que el piso fue alquilado por la empresa que nos ha dado la beca. Posiblemente dicha empresa le haya dado más dinero de la cuenta por el alquiler, y no querrá que le demos mala fama. Un detalle por parte de ambos.

Después de desparasitar las camas, Rant yo dormimos toda la noche, agotados por el viaje y por la corta estancia que hemos cumplido en el país... Aunque esa explicación era más para mí que para Rant, quien duerme siempre.
Me he levantado de la cama nada más salir el Sol, y he ido al bar de la esquina. Pedí dos desayunos y le pregunté si me lo podía llevar a casa. La camarera, con una sonrisa, me lo preparó todo en una bolsa. Creo que si no fuera por mi condición extranjero no lo habría hecho, porque me he dado cuenta que la gente, a excepción de los policías de la aduana, me han tratado muy amablemente. Seguramente sea debido a que en Verokastan sólo puede entrar extranjeros con permiso del estado, lo cual implica que dicha persona debe acarrear "algo bueno".

He desayunado en casa y me he puesto a limpiar un poco. Rant también ha desayundo, ha escrito algo en el portatil y se ha vuelto a dormir, como de costumbre. Yo, por mi parte, he llevado los platos y cubiertos de vuelta al bar y al vover me he puesto a escribir esta entrada. Es la última que haré a través de la tarifa de datos del móvil, ya que nos traen al medio día un "router wifi". Me gustaría comentaros sobre el servicio de telefonía de Verokastan, pero lo dejaré para otro momento.

Lo que os quiero contar en esta entrada es lo siguiente: Un amigo me ha escrito que comente un poco sobre mis impresiones del idioma. Pues bien, allá voy: El esperanto es un idioma artificial cuyo objetivo es servir de idioma auxiliar para las comunicaciones internacionales, es decir, cada uno usa su idioma en su país pero el esperanto para hablar con otros. El esperanto tiene una serie de características que lo hacen "fácil", tales como que sea regular, el uso de afijos para formar las palabras, etc.
Yo ya conocía y sabía esperanto antes de venir aquí. Era un tema que me interesaba bastante, incluso llegué a hablar con gente a través de internet en esperanto. Como creo que podréis adivinar, me encantó la noticia de que en Verokastan se hablaba esperanto, no tendría que aprender un idioma nuevo y podría practicarlo... Pero, a la vez, ese dato me turbó, porque no comprendía como una población había adoptado el idioma como lengua oficial.

He investigado sobre el tema, y parece que viene de cuando Verokastan se independizó, pero no sería adecuado contaros la historia a medias, así que comezaré desde el principio para que conozcais los orígenes de la ciudad:
Verokastan no es una ciudad con demasiada historia. Se fundó alrededor de 1930 dentro de la unión soviética. Inicialmente, su objetivo principal era ofrecer viviendas a los trabajadores del puerto y, más tarde, al de la refinería de petróleo, que siguen siendo las principales fuentes de ingreso de la ciudad.
Alrededor de los años setenta, comenzaron a llegar inmigrantes de fuera del país a la ciudad atraídos por la creación de nuevos puestos de trabajo, tanto en las empresas ya establecidas como en otras nuevas.
Estos inmigrantes procedían de países con un elevado nivel de pobreza, cuyas expectativas eran mejores en Verokastan, y eso que en su propio país se consideraba un mal lugar para vivir.
Los nativos de Verokastan eran un tanto racistas y no consentían mezclarse con estos. Por el contrario, los inmigrantes, liberados de las garras de la opresión de sus países originales, disfrutaron de una mayor libertad social(en otro ámbitos no tanto, ya que, recordemos, estaban en la unión soviética), que derivó, en cierto momento, a ignorar prejuicios y a mezclarse entre ellos. Normalmente, este tipo de situaciones pueden tardar años, pero como todos sabemos, a veces en una sociedad una semilla plantada por un "librepensador" es capaz de tocar con sus ramas a todos los demás.
A raíz de esta situación, aparecieron dos "etnias" diferenciadas: Por un lado, los "nativos"(altos, rubios y bastante parecidos entre ellos debido a la poca mezcla de sangre) e "inmigrantes"(más bajitos, morenos y con rasgos homogeneizados debido a la mezcla). Es irónico que al segundo grupo se les llamara "inmigrantes" cuando ya la mayoría habían nacido en Verokastan, pero los primeros seguían refiriéndose al otro grupo de dicha forma como trato despectivo.
Las disputas entre etnias era común, más si se tiene en cuenta que en los altos cargos se encontraban nativos, mientras que los inmigrantes ocupaban puestos de bajo rango. Además, el estado obligaba a hablar a los inmigrantes el idioma oficial, el cual era complicado y difícil, y muchos eran reacios a abandonar la lengua de sus padres, a pesar incluso de la mezcla que había.
A finales de los ochenta, empezó a surgir un movimiento político contrario al sistema gobernante. Obviamente, fue perseguído, pero se las arreglaba para llevar su mensaje a la población y convencerla para que simpatizara con su causa.
Con la caída de la unión soviética, dicho movimiento invadió los edificios públicos y declaró la independencia de Verokastan del país al que estaba integrado.
Después de diversas disputas y negociaciones, la independencia tuvo éxito. También la base militar de Verokastan, una de las más grandes del país y que dispone de armamento nuclear, fue un argumento a favor para no intentar un movimiento violento por parte del gobierno para disolver el golpe de estado.

Verokastan, recientemente declarada como ciudad-estado, emprendió numerosas reformas. Entre ellas, el uso de esperanto como lengua oficial. Con ello, el gobierno golpista quería, por un lado, dar un nuevo paso en la comprensión entre sus habitantes, ya que la situación lingüística se había vuelto caótica. Por otro lado, querían presumir de adoptar la lengua internacional frente al resto de países, como si este fuera un paso más hacia el progreso que los demás no habían dado.
Es curioso que adoptaran un idioma pensado como auxiliar como lengua oficial pero, desde luego, los políticos son capaces de omitir esos detalles con tal de llevar a cabo sus planes.

No he estado demasiado tiempo en la ciudad, como sabéis, pero lo que he podido hablar con los habitantes me ha dejado algunas impresiones: Todos hablan esperanto, muy fluído, tanto que debo a veces perdirles que repitan porque no les he entendido. Parece que se alegran cuando muestro que yo también sé hablarlo, aunque sea un poco.
El mayor problema que me presenta el esperanto es que la oración no tiene una estructura definida. Se identifica cada elemento por "afijos". Esto hace que sea adaptable a las preferencia de cada uno, pero yo, que estoy acostumbrado a la estructura del español y casi siempre he hablado con esperantistas españoles, me cuesta entender a los habitantes por ello. Parece que les gusta jugar con esa cualidad, porque a veces la misma persona cambia la estructura de la oración durante una conversación. No sé si lo hacen para "probarme", pero me resultaría muy desagradable después de toda esa amabilidad aparente.

Puede que en la próxima entrada os cuente un poco sobre el servicio telefónico estatal, depende de si no tengo ningún ataque cucarachil sin previo aviso ;-)

Miedo y Asco en las calles de Verokastán.

El de ayer fue un día bastante productivo. Productivo, que no agradable. Cuando eché a un lado las sábanas con las que Atajate me había cubierto, sentí de repente una imperiosa necesidad de orinar. Probablemente los refrescos que había tomado en el trayecto hacia aquí habían terminado de acumularse en mi vejiga. En la base de la puerta del cuarto de baño había una toalla colocada a presión, como si intentara frenar una fuga de agua o algo por el estilo. Lo primero que hice fue llamar a Atajate para preguntarle a qué se debía y de paso, dónde coño estaba. No hubo respuesta. Después de diez largos pitidos colgué el teléfono. Tenía que mear sí o sí, así que retiré la toalla cuidadosamente y, tras comprobar que todo estaba en orden, abrí la puerta poco a poco. Creo que lo que me encontré en el interior sustituirá a todas mis pesadillas en mis interminables horas de sueño. Cubriendo el suelo casi por completo, lo que parecía una alfombra oscura y viscosa de cucarachas bailaba despreocupadamente, subiendo por el váter y por las paredes. Cerré la puerta de un golpe y al instante una descarga eléctrica recorrió mi espinazo de arriba abajo . Salí pitando hacia el primer piso del edificio y llamé obstinadamente a la puerta del casero con los nudillos. El hombre (un señor de mediana edad, con barba incipiente y con cara de estar siempre cansado), me recibió con una retaíla de palabras en esperanto que, en mi turbación, me parecieron un ruido incoherente. Le dejé con la palabra en la boca y salí a la calle a buscar a Atajate. Menuda sorpresa. Por un instante creí que había viajado en el tiempo. Las calles, que parecía cubiertas de una fina capa de suciedad, parecía construidas por un grupo de obreros de los años cuarenta. Las farolas eran de un estilo que difícilmente podría calificar de moderno, y las gentes, que paseaban tranquilamente por la acera, iban ataviadas con lo que parecía ropa de hace treinta años. Salí disparado a un callejón que había en un costado del edificio y, comprobando que no pasaba nadie cerca (no quería minar mi reputación en mi primer día en Verokastan), decargué el contenido de mi vejiga junto a un perro que observaba el milagro con curiosidad. Salí del callejón y pasé junto a un local en el que, más tarde me enteraría, estaba Atajate. Estuve recorriendo las calles de Verokastan, todavía sin creerme que aquella ciudad perteneciera al siglo XXI. Finalmente llegué a una pequeña plaza, adornada con arbustos recortados, en la que corretaban un grupo de niños, gritando en esperanto y jugando a lo que parecía una extraña modalidad del pilla-pilla. Me senté en un banco a ordenar mis ideas y...

Una sacudida me despertó. Atajate me sujetaba el hombro con la mano y me decía algo que al principio no entendí. Me instaba a volver a casa. Me acordé de las cucarachas.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Miedo y asco en el baño del terror.

Casi no me dio tiempo de ver la casa. Dejé mis cosas donde pude y fui a avisar a Rant de que me iba, pero ya se había dormido en el suelo, junto a la cama. Es una maldita marmota. Si las personas pasamos veinte años de nuestra vida durmiendo, en su caso es al revés: veinte años despierto. Saqué unas mantas que llevaba en la maleta y se las eché por encima.
Salí a la calle. Me recibió el aroma a gasolina de un coche que acababa de pasar. Por primera vez en el viaje, sonreí. Los edificios de aquel barrio ofrecían un aspecto atrayente. Sus fachadas ofrecían un viaje atrás en el tiempo, con ventanas y verjas de estilo antiguo. En las paredes y las calles había impregnada la suciedad del día a día. No porquerías que suelta la gente al suelo, sino el tono oscuro que deja las pisadas en el suelo y el humo de los coches en las fachadas.
Era, auténticamente, un viaje atrás en el tiempo, un viaje a una ciudad donde la gente está más preocupada por otros temas que la limpieza de las calles, donde la gente está preocupada en no tirar basura al suelo. Una suciedad natural de un entorno urbano, una ciudad industrial.
También me llamó la antención de los remiendos en cristales, marcos y antenas. En una sociedad consumista como la nuestra, donde lo que se rompe se tira al instante y se compra uno nuevo, es raro ver este tipo de cosas.
Andé hasta la esquina. Allí esperaba el chico que nos recogió. Había traído consigo una bolsa enorme. Cuando le preguntó que era, me dijo que se trataba de productos de limpieza. Desde luego, me sorprendió. Cuando vio mi cara, rápidamente me explicó que nuestro piso llevaba cerrado mucho tiempo, y que seguramente le haría falta "ciertos" ciudados.
Además de aquella bolsa, me entregó un mapa de la ciudad. En un papelito me apuntó la hora y el lugar donde tendría que encontrarme mañana con el representante de la empresa que nos ha dado la beca. Me despedí de él y volví al piso.
Rant seguía durmiendo bajo mis mantas. Le dejé tranquilo y fui a observar la casa.
Es un ático bastante funcional. La puerta de entrada da directamente al salón, un salón, de tamaño pequeño forma cuadrado. Una de sus paredes están inclinadas, y en ella se encuentra un enorme ventanón por el cual se puede observar perfectamente el exterior y él a nosotros. Un corto pasillo lleva a las dos habitaciones, también pequeñas pero suficientes, una cocina donde sólo podría entrar una persona a la vez y un baño con igual regla.
Es una casa suficiente, es más, si no fuera por la suciedad, me hubiera encantado a la primera. Todo está perfectamente distribuído para permitir vivir plácidamente. Parecía uno de esos pisos de ikea de veinte metros cuadrados. Todo encajaba a la perfección.
Fui a abrir la llave de paso y poner la electricidad. Me dirigí al baño para ver si no había fugas, y afortunadamente no las había.
Decidí levantar la tapa del retrete y al instante volví a bajarla. No sé como no desperté a Rant del grito que mi garganta no pudo contener ante semejante susto... o, mejor dicho, oleada de asco: El interior de la taza del retrete era una jauría/manada/enjambre de cucarachas. Sin volver a atreverme a levantar de nuevo la tapa, decidí tirar de la cadena, a ver si se iban.
Nunca hubiera pensado que las cucarachas pudieran formar un tapón en la cañería, pero lo hicieron, por que el agua empezó a desbordarse bajo la tapa y la sopa se derramó por el suelo... Digo sopa porque el agua, después de estar tanto tiempo parada en la cisterna, había adquirido una tonalidad muy diferente a su color natural. Las cucarachas flotaban en aquel líquido como si fueran los condimientos de un caldo asqueroso, vivas y no tan vivas.
Obviamente, las que estaban vivas empezaron a revolotear asustadas por el baño. Para entonces, yo ya había salido y estaba cerrando la puerta. Se escucharon sus cabezazos contra la madera. Ellas estaban tal alteradas como yo. Fui corriendo a coger los insecticidas y empecé a echarlos por debajo de la puerta. Luego puse una toalla para que no salieran por la rendija.
Di un par de vueltas por la casa para calmarme. Mi aventura con las cucarachas me habían quitado todas las ganas de limpieza, así que salí de la casa y fui a dar una vuelta por la calle.
Escribo estas líneas desde un bar cercano. No tenemos todavía internet en el piso, y no quiero malgastar la tarifa de datos del móvil. Estoy aprovechando el wifi que ofrece el bar. Me gustaría describiros como es, pero se me acaba el tiempo y he de irme. Os puedo adelantar que ofrece una serie de contrastes bastante... peculiar.

Miedo y Asco en nuestra nueva morada.

Lo que vi al despertar fue la cara de Atajate que, con un gesto entre resignado y aburrido, me miraba fijamente a los ojos. Lo primero que pensé fue que debía de haber estado observandome todo el rato, esperando a que despertara, porque en cuanto abrí los párpados, me dijo: "tío, esto es un puto desierto". Me vinieron a la mente montañas y montañas de arena suave y ardiente, irisada de colores dorados, y algún que otro camello rondando por el paisaje. Nada más lejos de la realidad. Lo que me encontré al mirar por la ventanilla (junto a la que ahora me sentaba), fue lo que Atajate ha descrito anteriormente: una superficie cubierta de lo que parecía azúcar glas pisoteado por gigantescas hormigas hambrientas. Cuando el avión aterrizó finalmente, una especie de hobbit moro nos llevó en coche hasta el que será nuestra hogar hasta el final del curso: un cuchitril con el suelo de linóleo medio levantado y un par de camas a las que les hace falta una buena desparasitación. En cuanto llegué, volví a quedarme dormido (en el suelo, afortunadamente). Cuando me he despertado (estaba demasiado cansado como para hacerlo antes de las 19:00), con un dolor de cabeza impresionante, Atajate no estaba, pero me había echado encima dos pares de mantas de varios decímetros de grosor. Seguro que el pobre creía que me hacía un favor. Yo por lo pronto voy a quemar las mantas, o algo... Después estudiaré un poco la noche de Verokastan.

Miedo y asco en el aeropuerto

La llegada al aeropuerto fue, desde luego, muy "reveladora". Me presentó de lleno, para empezar, como es la seguridad aquí.
A medida que el avión se iba acercando a la pista, pude distinguir por la ventana aquellas personas y vehículos que circulaban a su alrededor. Soldados.
De repente, me embargó el miedo: ¿Por qué tantos soldados?¿Habría algo en el avión peligroso? Pero rápidamente racionalicé, y pensé que tal vez un estado tan pequeño no hay aeropuerto civil, sino sólo militar. Respiré aliviado cuando vi otros aviones comerciales aterrizados.
De todas formas, me sobresalté cuando entraron varios soldados armados al avión, y eso que estaba avisado. Rant, que estaba dormido y no sabía nada de antemano, creo que se llevó un buen susto al despertarse cuando uno de ellos gritó en Esperanto que iba a revisar los pasaportes.
El que parecía el oficial al mano pasó entre los asientos comprobando que los pasaportes presentados figuraban en los papeles que llevaba en la mano. Una vez terminó, nos indicó que bajaramos. Despacio y en silencio, como con miedo, recogimos nuestras cosas y salimos.
Fuera nos recibió una jauría de perros que nos olfatearon hasta en el interior de los calcetines. Sus correas estaban sujetadas por lo que suponía que sería la policía, que más que policías parecían militares con sus trajes de gala.
Después del olfateo preventivo, nos llevaron hasta a las aduanas donde volvieron a pedir los pasaportes y registrarnos. No era agradable aquella situación, más cuando mientras te cachean te están mirando con cara de matarte como lleves algo "extraño" encima.
Creo que el hecho de que tuviera que servir de intérprete le molestaba a los policías. Yo ya sabía un poco de Esperanto antes de venir, pero Rant empezó a mirárselo hace dos días. Parecía que se sentían insultados al ver a alguien que no conocía su idioma, tan sencillo y tan simple. Es más, a Rant le estuvieron registrando durante más tiempo que a mí, como si fuera más sospechoso de ser un criminal.
Le expliqué a uno de ellos a que venía a la ciudad, y la noticia parecía iluminar su rostro. Me empezó a dar datos sobre la ciudad tan rápido que no fuí capaz de entender nada. Yo le asentí como si le comprendiera, mejor no enfadarlo.
Al salir de las aduanas, nos encontramos en un aeropuerto desierto. Rant me dió un codazo y me señaló a un tipo moreno que llevaba nuestros nombres escritos en un cartel. Era el tipo que tenía que llevarnos a nuestro futuro piso, que es donde estoy escribiendo estas líneas.
Creo que voy a echarme a dormir lo que no he dormido en el avión. Luego nos leemos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Miedo y Asco en el desierto





Decepción.
Creo que la palabra que mejor define mi estado en este momento es decepción. Nos estamos acercando al destino final y mis deseos se han ido por el desagüe.
Verokastan está a una altitud que le confiere unas temperaturas bajas durante todo el año. Estaba esperando encontrarme paisajes verdes al estilo de Finlandia y Suecia, pero todo lo contrario: desierto, un maldito desierto. No un desierto de dunas, obviamente, sino un "desierto frío".
A medida que me percato que este va a ser el entorno de mi hogar temporal, la decepción da paso a la desesperación. No puedo creer mi mala suerte. Ni siquiera una mísera tundra. Quiero desahogarme con alguien y me giro hacia Rant, pero está dormido.
Él pasa de todo. Seguramente, cuando se despierte, dirá algo del estilo "¿Nos echaremos una carrera de buggies, no?".
Tal vez yo también tendría que pasar del tema y disfrutar lo que me ofrece, pero la situación se ha vuelto muy diferente.
A pesar de mi decepción/desesperación (o miedo y asco, más adecuado), no he podido evitar sacar mi cámara y hacer una foto a tierra. Os he dejado una foto a la cabeza de esta entrada para que la veais.

Miedo y Asco en la tercera escala.

Mi compañero cree que elegí pasillo por hacerle un favor.

Ya sabía que esto no iba a ser un trayecto placentero. A ver... una beca así de pronto, para un país del que no ha oído hablar ni Cristo, no asegura precisamente un viaje confortable. Cuanto antes me duerma, antes estaré en ese país de Dios sabe dónde.

Vale. Voy a decir la verdad. Esta es la primera vez que viajo en avión, y creí que las azafatas serían como las pintan en las películas americanas. Por eso me senté en el lado del pasillo. Para disfrutar de las vistas que a mí me interesaban. Creo que en la próxima escala le cambio el sitio a Atajate. La verdad es que cuando me contó lo de la beca no estaba muy convencido, pero finalmente mi afán de aventura se sobrepuso a todo lo demás, y ahora estoy aquí, en un vuelo de una compañia cutre, con una mierda de azafatas cutres y con muchas horas de vuelo por delante. No es precisamente el viaje ideal de Erasmus, pero qué coño, es mejor que andar tirado, bajo los efectos del coma etílico, en cualquier cuneta de las afueras de una ciudad maltesa.

Para el viaje llevo una maleta con poca ropa, mi portátil y... lo puesto (incluyendo las gafas de sol de aviador y los auriculares sobredimensionados). Yo soy así, qué se le va a hacer. Vivo al límite. Hablando en serio, me imagino que en Verokastan habrá algún Corte Inglés. O eso espero...

De momento voy a dormir otro rato. A ver si me despierto en algún lugar mejor.


Miedo y Asco en Barajas

Esta es la primera entrada con la que estreno este blog: Miedo y Asco en Verokastan.

Pero... ¿Qué leches es Verokastan?
Durante mi segundo año de carrera, vi que en tercer curso me iba a quedar completamente sólo en clase: Todos se iban de erasmus. Yo me había quedado dormido en los laureles y ni había mirado las posibles becas. Horrorizado, intenté por todos los medios buscar alguna beca que sobrara, que se me pudiera conceder a última hora.
Pero no, no había ninguna. Desilusionado, asimilé la idea de quedarme otro año en el mismo lugar.

Ya sé que muchos diréis que una beca erasmus no es tan importante. Cierto, no lo es, no se acaba el mundo... Pero para mí, que nunca he salido de este país, que mi vida es igual todos los días, pase lo que pase, pues me resultaba una meta muy deseosa.
Una vez más, mi ensimismamiento me había jugado una mala pasada.

Pero, un día, miré la carpeta "spam" de mi correo electrónico. No suelo mirar el spam, pero a veces me da por echarle una ojeada, a ver si ha caído algo interesante.
Ese día, vi un correo que ponía "becas para verokastan". Hubiera pasado olímpicamente si no fuera por mi deseo de ir a un país extranjero. Leí el correo y mi suerte se me iluminó. Me informé del tema y entonces supe que debía hacerlo. Me había dejado llevar por la vaguería y no había conseguido lo que quería. Ahora no, ahora tomé directamente la decisión.
Pero irse a un país como Verokastan sólo no me agradaba, así que le propuse a un amigo que se fuera conmigo. Es esa clase de amigos impredecibles que existen un cincuenta por ciento de posibilidades de que te diga sí y otro cincuenta de que no. El destino hizo que esta vez dijera que sí.

La beca era otorgada por una empresa privada, no de la universidad, por lo que este año resultará como perdido. Aún así, no me paré. ¿Qué importaba? Al fin y al cabo, un año en Verokastan debería otorgarme una seria de experiencias que de otra forma no podría conseguirlas.

Y aquí estoy ahora, en Barajas, junto con mi compañero de aventuras. Estamos esperando el maldito avión que nos llevará a una ciudad en la cual tendremos que coger otro avión... y así hasta cinco veces. Mi compi está ojeando un manual de "Esperanto", que resulta ser el idioma oficial de Verokastan, mientras yo escribo esta líneas dando comienzo a nuestro nuevo blog.

Tal vez os seguiréis preguntando que es Verokastan. Me gustaría responderos, pero os tendréis que conformar con la idea de que es una ciudad-estado tan reciente, pequeña y poco notable que no figura ni en la mayoría de los mapas y se le menciona en muy pocos sitios.
Mi compañero bromea con que nos extraeran los órganos a llegar. Muy agradable por su parte...

Ya cuando lleguemos allí os seguiremos contando las peculiaridades de aquel recóndito lugar, porque preveo que allí nada es normal, tengo esa acorazonada.

¿Y por qué el blog se llama "Miedo y Asco en Verokastan"? Porque nada más comenzar hemos tenido problemas, porque no sabemos casi nada del lugar, porque predecimos que lo vamos a tener difícil... porque no hay nada mejor que un poco de humor negro y satírico para amenizar las cosas.

Lectores, nuestro avión ha llegado. Aunque vamos a tardar tres horas en montar, voy cerrando esto. Nos veremos en la siguiente entrada... o no, quién sabe, tal vez nos extraigan los órganos.