lunes, 12 de septiembre de 2011

Miedo y asco en el desierto(otra vez)

Verokastan, el estado, es relativamente grande. Pensaba que sería como Gibraltar, es decir, la ciudad y poco más.

Mi viaje por los "dominios" Verokastanos lo he realizado en un todoterreno. Además de Lutin, me acompañaban otras dos personas: Una mujer, la esposa de Lutin, y un tipo que creo que era como el criado de la pareja. Yo estaba sentado detrás con este último, y nuestra conversaciones fueron cortas por no decir nulas. Parecía mudo. La esposa de mi "jefe" era todo lo contrario al criado: Hablaba por los codos. Me contó que conoció a su marido en el ejército, que actualmente trabajaba como su secretaria y me explicó como era cada uno de sus hijos.
Aquella mujer no encajaba en los rasgos típicos de las Verokastanos, no como Lutin(un "nativo" típico) ni su criado(un "inmigrante" modelo). Creo que me dijo en algún momento que ella es italiana de nacimiento, lo cual explicaría esa peculiaridad.

El viaje por el desierto fue agotador. En ningún momento pisamos tierra asfaltada, como mucho tierra "llana", lo cual es relativo porque siempre había un traqueteo constante. No concebía que pudiera cansarme tanto estando sentado. Intentaba olvidar el movimiento oscilante observando el paisaje, pero sólo veía kilómetros y kilómetros de desierto terroso. De vez en cuando se veía una montaña con un poco de nieve a lo alto, pero nada más.

Tras doscientos kilómetros(no sé el tiempo exacto que tardamos en recorrerlos), llegamos a la frontera, compuesta por un muro de hormigón tan alto que daba la sensación que nos encontrábamos en el lado donde el agua está baja de una presa.
También, después de tanto desierto haciendo honor a su nombre, encontramos a las primeras personas: Soldados que patrullaban en lo alto de la muralla y haciendo guardias en unos pequeños cuarteles pegados a ella. Lutin conversó con los soldados, como si fueran viejos colegas. Finalmente, cuando este lo consideró oportuno, volvimos a montar en el todoterreno.

No sé que pretendía Lutin enseñándome todo aquello. Tal vez se sintiera orgulloso de aquel muro de tantos metros de altura, pero a mí me daba vergüenza.
Me gustaría contar más, pero creo que sería demasiada larga la entrada. En la próxima os explicaré algo muy interesante que he visto ;-)

Miedo y Asco en la playa.

La playa era sucia, pedregosa y maloliente. El agua estaba fría como el carámbano y la mitad del tiempo chispeaba. Decir que la casa era pequeña sería ser demasiado generoso. Nada de esto me hubiera importado si hubiera conseguido alcanzar mi objetivo. Pero este fin de semana Polina ha estado, como siempre, a años luz de mis posibilidades. No sé si este detalle será ampliable a todos los ciudadanos verokastanos, pero todos con los que he mantenido una conversación se mostraban distantes. Físicamente, quiero decir. Los verokastanos son muy celosos con respecto a su espacio vital. Incluso Polina, que para ser verokastana es bastante liberal (no hay más que darse cuenta de la confianza que mostró al invitarme a la playa), no puede evitar guardar las distancias a la hora de hablar conmigo. Cada vez que intentaba mostrar un gesto de simpatía, dándole una palmada en la espalda o poniéndole la mano en el hombro, ella, cuando no se apartaba delicadamente, parecía incomodísima. En definitiva, no he avanzado nada en nuestra "relación".

Con respecto al entretenimiento, no había mucho que hacer. Polina ha estado la mitad del tiempo en el agua. Yo, por mi parte, solo he conseguido darme un baño, si puede considerarse un baño a estar diez segundos en el agua. Nada más sacudirme la primera ola, salí disparado a la orilla. Ahora tengo un resfriado de narices. Lo curioso es que la playa, aunque no estaba a rebosar, contaba con un número bastante considerable de bañistas. Cuando no estábamos paeando por la playa, manteniendo torpes conversaciones en esperanto sobre nada en particular, jugábamos a l ajedrez dentro de la pequeña casita, un juego muy popular en Verokastan. Por supuesto, el resto del tiempo lo pasé durmiendo.

Llegamos anoche. Polina se fue a su casa inmediatamente. Hoy tenía que trabajar. Yo estuve varias horas charlando con Atajate, intercambiando experiencias sobre el fin de semana. Después me acosté. Me he levantado hace unos minutos...

sábado, 10 de septiembre de 2011

Miedo y asco fuera de Verokastan

Al final Rant no será el único en irse este fin de semana: Lutin me va a llevar de "tour" por los alrededores de Verokastan (ciudad), concretamente las bases militares, las centrales nucleares y los sistemas de defensa.
También dice que va a darme una sorpresa, relacionada con el desierto(que siendo tan grande, se puede referir a cualquier cosa).
El Lunes os contaré. ¡Nos vemos!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Miedo y asco al servicio militar

Aprovechando que Rant está haciendo las maletas porque se va a ir con la camarera de La Blua Papago(después de firmar un papel donde dice que me debe un favor por quedarme en casa), he decidido contactar con el hombre que nos trajo aquí.

Hemos quedado en una sauna cercana, lo que me va a permitir conocer a nuestro "jefe" y disfrutar por primera vez uno de estos placeres a los cuales frecuenta los países del norte.
Rant, que no era capaz de recordar el nombre del tipo, lo llamaba de coña "El Gran Hombre", y resultó que el apodo le venía como anillo al dedo: Era enorme, un gigante enchaquetado. Soy alto, pero ese hombre me sacaba como dos cabezas. Me estrechó la mano y casi me la rompe. Era cuadrado, literalmente, tanto que parecía una caricatura exagerada.
Lutin, que era como se llamaba, empezó a alabarme por haber aceptado la beca y que encontraré la estancia muy agradable.

Mientras que seguía hablándome en un esperanto tan rápido que costaba entenderle, entramos en la sauna. Me explicó que en Verokastan, originalmente, las saunas no existían, ya que los primeros edificios eran muy "espartanos" y la infraestructura de una sauna les resultaba costosa. Por ello, la cultura de la sauna no está demasiado arraigada como en Finlandia o Suecia, siendo simplemente un método de relajación más. En su lugar, había otro tipo de "entretenimiento" parecido. No lo entendí muy bien cuando me lo explicó porque en ese momento estaba hablándome a través de la pared del vestuario. Después siguió hablándome de otro asunto, así que no tuve tiempo de preguntar. Espero volver a acordarme en el futuro de hacerlo.

Vi a los otros hombres salir de sus vestuarios con la toalla liada a la cintura, así que hice lo mismo. Seguí a Lutin hasta la sauna y una oleada de vapor me abofeteó en la cara. Me costó ver al principio como era la sala, ya que los ojos se me humedecieron: Era una estancia cuadrada, con "gradas" dispuestas por las paredes. Me senté con Lutin en un lateral y este, durante un rato, pareció entrar en trance, ya que ni se movió ni habló, como si estuviera esperando que el vapor me reactivara.

Lutin tenía un enorme tatuaje en el antebrazo. Me pareció curioso que un tipo de aspecto tan formal (en apariencias, porque hablando era bastante familiar) llevara un tatuaje así. Miré al resto de hombres que estaban en la sauna y vi también en ellos un tatuaje en el antebrazo, aunque no tan grande.
No sabía si preguntarlo o no, pero finalmente me atreví a intentar satisfacer mi curiosidad comentándole este detalle a Lutin. Este me explicó que dicho tatuaje era debido al servicio militar. En verokastan la "mili" es obligatoria. Nada más se cumple los dieciocho, en la siguiente promoción debe el joven realizar el servicio militar, el cual se alagar dos años, un tiempo que me parece exagerado.

En Verokastan existe tres regimientos de tierra, uno aéreo y otro naval. Los cuatro primeros se sitúa cada uno en una base en el territorio continental(yo pensaba que sólo había una) y el último, la fuerza naval, en una isla próxima a la costa, que también pertenece al estado de Verokastan, obviamente.
Según en que regimiento se hiciera la mili, el tatuaje es diferente. Este, el principal, se sitúa a mitad del antebrazo.
Como si de un diario se tratara, alrededor se sigue tatuando poniendo méritos del soldado, misiones y batallas en las que ha participado... incluso los nombres de sus compañeros más cercanos.
Lutin no sólo hizo el servicio militar, sino que estuvo en el ejército, concretamente en la fuerza naval durante diez años, por eso su tatuaje era tan extenso.

En Verokastan el ejército tiene una gran importancia, como suele pasar en este tipo de estados. Por ello, se sienten orgullosos de haber pertenecido a él, y de ahí viene la tradición de los tatuajes, que aunque no se ven públicamente, siguen siendo una marca en el cuerpo de la persona.

Lutin me hablaba con mucha pasión sobre el tema. No pude conterme y decirle que las fuerzas armadas no eran mi hobby, que yo era más de paz y no guerra.
Lutin se rió con fuerza. Me explicó que en esta vida lo que prima es la supervivencia, y las fuerzas armadas son necesarias para poder llevarla a cabo. Por mucho que yo me empeñara en negar la violencia, iba a estar ahí, y en el momento que me viera implicado en ella, limitarme a mirar hacia otro lado no me iba a salvar. Por supuesto que a él le gustaba que hubiera paz, pero no estar preparados para la guerra era estúpido. Además, argumentó que el servicio militar ennoblecía a las personas, que los Verokastanos son gente seria, eficaz y honrada gracias a ello, porque conocen la disciplina y el orden, el valor de conservar la paz, lo duro que sería vivir si no hubiera. El crimen es bajísimo y las calles son seguras.

Continuó hablando un rato sobre el tema, alabando el estado y las fuerzas armas y luego, cuando se cansó, empezó a contarme sobre que iba a trabajar/estudiar durante aquel año.
Cuando salimos de la sauna, me dijo que algún día me llevaría a la base para que conociera todo aquello, a ver si así cambiaba de idea respecto a las fuerzas armadas. Yo, aún así, sigo diciendo que prefiero la paz a aprender hacer la guerra, y no creo que me haga cambiar de opinión.
"Si quieres la paz, prepárate para la guerra", eso dicen, pero a mi me parece una falacia.

¿Miedo y Asco?

¡Conseguido! Voy a pasar este fin de semana con Polina, la camarera de La Blua Papago. Pasaremos el fin de semana en una pequeña casita que tiene en la playa. Según dice, solo quiere enseñarme la playa de Verokastan, pero yo creo que hay segundas intenciones. O eso espero. Quiere que mi compañero (el alto, como le llama ella), nos compañe también, pero yo he convencido a Atajate de que está resfriado ;) El lunes os hablaré de mis impresiones. Perdonadme, pero ahora tengo que hacer las maletas.
¡¡Nos vemos!!

Miedo y asco en el transporte público

Una de las cosas que te percatas de la gente de Verokastan es que anda mucho. Si el destino no está demasiado lejos, van a pie. Aunque, algunos oficinistas, sabiendo que van a pasar todo el día sentados, se levantan temprano y van andando al trabajo, aunque esté lejos.
Para los demás casos, se usa el transporte público, concretamente el autobús.
El Autobús es relativamente barato. Casi todo el mundo tiene un bono de la empresa que les permite coger el autobús gratis en las horas de entrada y salida del trabajo. Fuera de ese horario, el dinero tiene que salir de su bolsillo, aunque tampoco es caro.

Otra cosa que me he dado cuenta es que hay poquísimos coches privados circulando, y los que hay tienen aspecto de lujosos. Me recuerdan a los típicos coches de "culto" que los americanos conservan durante años.
Me explicaron que está prohibido tener coche propio. Si quieres usar un vehículo, tienes que coger el autobús.
Los únicos que pueden usar vehículos "individuales" son los servicios públicos (policía, ambulancias, bomberos...) y aquellos empleados de empresas que lo requieran por su trabajo. Precisamente, los coches lujosos que he visto son de empleados que requieren vehículos para realizar su trabajo pero no necesitan que sean específicos, como una furgoneta o un camión, sino simple transporte.
Estos coches están fabricados en la propia Verokastan. Debido a su bajo volumen de venta, no se fabrican en cadena, lo que da bastante puestos de trabajo.

Un dato interesante es que Verokastan tiene metro, pero no se usa. Tras diversas inundaciones tiempo atrás, se clausuró. Ahora se usa exclusivamente para viajar a la base militar(aquellos que trabajen allí), a otros lugares muy alejados y para funciones de emergencia, ya que en las estaciones hay búnkeres para refugiar a la población en caso de ataque.

Por cierto, antes de dar fin a esta entrada, os comentaré el susto que me llevé cuando vi mi primer "coche de policía": ¿Habéis visto "Batman Begins"?, pues imaginaos como me quedé cuando vi un todoterreno blindado del mismo estilo al coche de Batman cuando giré una esquina.

Miedo y asco a las tiendas de ropa

En Verokastan, como ya dije, la moda no es la propia de este siglo... Aunque esa sentencia no es del todo correcta.
Posiblemente, si fuera andando por mi ciudad natal en España y me encontrara a alguien vestido del mismo estilo, no me extrañaría tanto. La cuestión es que todos visten de esa manera, y es lo que llama la atención.

La moda de Verokastan es muy sobria, con pocos colores, con elementos poco provocativos, recatada. No puede comparar directamente con alguna moda de alguna época porque tiene los elementos del "reverso" más formal desde los cincuenta hasta nuestros años.

La vestimenta más habitual en los hombres es un pantalón, de diversos tipos de tela, una camisa y una chaqueta de sport. En las mujeres, como sucede en todos lados, es más diversa, pero con la condición de que llevan todas falda. Las únicas mujeres que he visto con pantalones son las que llevan sus uniformes de trabajo cuando van/vienen de este.
Otro tema curioso es lo recatado de la vestimenta: Van muy tapados. Aunque este sea un lugar frío, en esta época del año aún hace una temperatura agradable (más o menos veinte grados) pero aún así van muy tapados. Los hombres llevan sus camisas abrochadas en las muñecas hasta el último botón, nada de remangarse, y las mujeres cubren sus piernas con leotardos o medias muy oscuras (tampoco es que las faldas sean muy cortas. La que más he visto ha sido a la altura de la rodilla).

Pero al parecer, lo recatado es de puertas para fuera, en la calle, en lo público. Mi casero me recibe sin pudor alguno en camiseta interior, y la camarera de La Blua, aunque luce un vestido típico, no lleva medias porque le es más cómodo, aunque estando detrás de la barra tampoco es que se vea mucho.

Tal vez os pregunteis: ¿Cómo no se asan de calor? Porque su ropa de verano, aunque cubra "mucho", es fresca y ligera, de tejidos que permiten la transpiración en gran medida y no guardan el calor.

Como noté que estaba llamando demasiado la atención con mi camiseta de magas cortas y mis pantalones holgados, decidí ir a una tienda de ropa. Me iba a comprar dos conjuntos para cambiar y no desentonar con los verokastanos.
Cuando llegué a la tienda de ropa, me sorprendió ver sólamente prendas de vestir expuestas en el escaparate. Dentro sólo había una pequeña sala con probadores en los laterales, el mostrador y una puerta al fondo. Cuando me aventuré a ver el precio, casi me dio un infarto. Todo era muy caro.
Entré a informarme y les pregunté lo más amablemente que pude el motivo de que fuera todo tan caro. Según me explicaron, en Verokastan la frase "usar y tirar" es de mal gusto. Aquí se compra para que dure, prendas de gran calidad difíciles que se gasten o rompan, y si lo hacen, remendarla en la medida de lo posible hasta que se empiece a notar.
Las prendas también las hacen a medida, para que sean más cómodas y "adecuadas" para el comprador. Eso y los materiales es lo que hacen que la ropa sea cara.
Les pregunté que como podían mantener la tienda a flote si vendían tan poco. Me explicaron de nuevo que también hacían servicios de tintorería en la trastienda y de "reparación" de las prendas estropeadas.

Nunca me habían hecho una prenda a medida, y me sentí incómodo mientras aquella mujer me empezaba a medir con un metro de papel y, el que creo que era su marido, apuntaba en un papel lo que decía su esposa mientras asentía observándome, como si estuviera comprendiendo algo que se le escapara.

Ahora estoy en casa, con ropa de más y mucho dinero de menos. Le he contado mis descubrimientos a Rant y creo que le ha hecho gracia. Le he contestado que si quiere ligar con la camarera tendrá que vestirse de la forma adecuada, y se ha callado de forma repentina.